El tatuaje  Mar 2018
tatuaje2 La imaginación es poderosa y juguetona

 

Me esperan en la puerta de mi casa, con abrigo y gorro de lana. Están los días como para despistarse. Mi amiga es más previsora que yo. Servidor, en cambio, bajaba demasiado fresco. Serían las ganas. O la confusión. ¿Cómo explicarlo?

Hubo un tiempo en el que el amor, la pasión o el deseo –que las cosas, a veces, se mezclan demasiado porque andamos sin hoja de ruta- me llevó a un salón de tatuajes. Uno de los mejores. Yo quería en la piel el mismo signo ampersand. Algo bonito, una unión. No era el primer tatuaje que me hacía, ni será el último.

Pero aquel “&” era fruto del ardor, del entusiasmo coral y del compromiso. Sabe Dios y los Doce Apóstoles que cuando me despedí con dos besos de la tatuadora, amiga a la sazón, supe que acababa de cometer un error. Que los tatuajes duran más que el amor. Pero como soy digno heredero de mi padre entré al bar de la esquina y me tomé dos cañas con banderillas. Ay, la genética. 

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