Brindar con Cava Dec 2017 | |
“No está España para añoranzas joseantonianas” |
Debo reconocer que, tal vez por una extraña malformación, no he podido hasta ahora dejar de ser español, por exótico que parezca en esta Euskadi que es, como todo el mundo sabe, la patria exclusiva de los vascos. Aunque debo precisar el carácter de mi españolidad, un tanto desvalida, porque, para empezar, no tengo ninguna bandera que ponerme. Me dan alergia todas (empezando por la ikurriña, que es la que tengo más a mano). Y comparto al cien por cien la opinión lapidaria del actor José Sacristán: “Hay gente a la que, cuando le quitas la bandera, se queda en pelotas. No tiene nada detrás”. Un juicio muy atinado, a juzgar por el despelote cerebral que, gracias al “procés”, y con el “A por ellos” por delante, se ha empezado a extender por toda España. ¿Y qué decir de los himnos? Que me aburren soberanamente. Quizá el que más me anime sea el de la II República, porque parece estar pensado más para bailar que para desfilar. Y el mayor mérito que puede tener el Himno oficial de España es que se le ha caído la letra de Pemán. Pero habrá que reconocer que el “chunta-chunta” en que ha quedado reducido no invita precisamente a cantarlo en público, tal como, por ejemplo, en Francia se canta La Marsellesa. Y Manolo Escobar, con su “Viva España”... pues, la verdad, no me parece el relevo más estimulante. Además, por seguir precisando, soy español, pero no “español, español, español”. Me parece bastante estúpido, y lleno de complejos, reivindicar tu nacionalidad por triplicado, como si no te acabaras de convencer de que eres español de verdad. Aparte de que eso de ser español uno y trino me recuerda mucho a lo de “España, España, España” de otros tiempos, cuyos ecos eran: “Una, Grande y Libre”. Y creo sinceramente que no está España para añoranzas joseantonianas, como si no tuviéramos bastantes problemas colectivos que resolver y necesitáramos recuperar el que ya superamos hace cuarenta años. |