Salir del Grupo Aug 2017 | |
“No me atrevía a llevar la contraria al resto” |
El otro día tomé una de las decisiones más arriesgadas que se pueden tomar en la vida: abandoné un grupo de Whatsapp. Lo hice un martes de madrugada para pasar desapercibido, pero en el grupo quedó el rastro que me delató: "Iker Armentia salió". Pensaba que esta osadía me crearía muchos problemas, pero estoy relativamente bien: me acogí a un programa de protección de testigos, ahora vivo en Tucson, Arizona, y me llamo Mike Roberts. Puedo asumir las consecuencias de mis decisiones, sé lo que me pasará si dejo de ir al curro por las mañanas o provoco un magnicidio, pero abandonar un grupo de Whatsapp me suscita una gran inquietud. ¿Se lo tomarán mal? ¿Dejarán de saludarme y no me hablarán nunca más en la vida? ¿Me convertiré en un paria social? ¿Me descuartizarán y mandarán mis pedazos por correo a los medios de comunicación?
Abandonar determinados grupos de Whatsapp en los que te han incluido contra tu propia voluntad produce una sensación extraña: hace que te sientas culpable con gente a la que apenas conoces. Mi ama se ha enfadado o un colega ha pillado un berrinche, bueno, ya se les pasará o ya lo arreglaré, pero ¿y esa gente desconocida con la que apenas hablo qué pensará de mí? ¡Dejadme volver al grupo, por favor! ¡En realidad no fui yo! ¡Fue mi hija mayor que me cogió el móvil! |