Respirando Alepo July 2017
aleppo Cierre los ojos, joven, ciérrelos y venga conmigo a tiempos pasados más felices

 

Café solo, 3.00 am. Cinco personas en la cafetería de la terminal doméstica del aeropuerto de Nairobi. Contra todo pronóstico, hace frío.

Cansada, dejo a un lado el libro que estaba leyendo y miro a mi alrededor. Todos dormitan o manejan el móvil. Excepto un hombre. Me mira, le miro y sonríe.

Se levanta y en un impecable inglés me pide permiso para sentarse en mi mesa. Curiosa, veo cómo se acomoda y da un sorbo a su café. «Parece cansada», me dice. Le cuento que llevo un día muy largo a mis espaldas, y que aún me quedan unas cuantas horas para llegar a casa. «Ah… Casa. Una hermosa palabra, ¿no le parece?». Dudo. «Tan solo decirla en voz alta emociona. Casa». Noto como la saborea, y algo similar a la añoranza asoma en su mirada. Le pregunto de dónde es. Sus ojos brillan a la vez que pronuncia las palabras «De Siria, joven. Mi hogar es una ciudad llamada Alepo». Asiento a la vez que mil imágenes vienen a mi mente.

«Veo que ha oído hablar de Alepo… Sé que mi hogar está destruido, pero vive en mi memoria. Ojalá pudiera verlo, una ciudad fuerte, hermosa, leal». Me gustaría. «¿Por qué no? Cierre los ojos, joven, ciérrelos y venga conmigo a tiempos pasados más felices: Ahla u sahlafikibiHalab! Nos honras. Bienvenida a Alepo».

 

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