Pilar  Abril 2018
pilarcarro El día a día del barrio pasa gracias a ellas

Doña Pilar es una vecina de mi barrio, tiene 75 años aunque nadie se los daría al verla subir el carro de la compra por las escaleras o empujar por el parque el cochecito de uno de sus nietos, el más pequeño, un tardano que pilló desprevenida a la familia. Pilar se quedó viuda hace un par de años. Su marido, don Andrés, había trabajado toda la vida en un pequeño taller mecánico. Fue un palo para el barrio cuando se jubiló y cerró para siempre una persiana que llevaba abierta desde principios de los años 60. Por el viejo y mítico taller de Andrés habían pasado desde los primeros Seat 600, el Simca 1000 que luego sería protagonista de una canción de Los Inhumanos, hasta las motos más sofisticadas de los 90.

En el 2004 Antonio cerró el negocio tras 42 años de trabajo y se dedicó a hacer de abuelo, tarea que hacía varios años que ya desempeñaba Pilar no con poco esfuerzo pero sí con toda su dedicación. Como Pilar sólo había trabajado de joven cosiendo en casa y luego se centró en cuidar a sus cuatro hijas, que no es poca faena, el matrimonio afrontó la jubilación con la pensión de autónomo de Andrés, unos 600€ al mes, y la minúscula pensión de Pilar. Ambas, unidas al hecho de tener un piso en propiedad y algunos ahorros, les permitieron vivir medio bien durante la primera década de su jubilación. El problema llegó en 2016 cuando Pilar se quedó viuda y sorpresivamente sus ingresos quedaron casi reducidos a la mitad, como si con el fallecimiento de su marido este se hubiera llevado consigo la mitad del pago de la luz, la mitad del gas o la mitad del IBI. 

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